Los cuernos de rinoceronte que cambiaron mi vida
La primera vez que pisé África sentí haber llegado al lugar donde tenía que estar. Inmediatamente me enamoré de su cielo. Del olor de su tierra. Del aroma del viento que según la hora del día es perfumado por elefantes, leones, antílopes o rinocerontes. Me enamoré de sus paisajes infinitos. De la sensación de libertad absoluta. Del sonar de mi corazón latiendo al ritmo de tambores africanos.
Toda África me invadía el cuerpo con un solo respiro…
Grabando rinoceronte blanco en Shamwari Game Reserve, Sudáfrica. Foto: Dave Olsen, 2006.
El Hallazgo
En el año 2006, tuve el privilegio de viajar a la reserva privada Shamwari Game Reserve, en Sudáfrica, para participar en un docu-reality show de Animal Planet titulado “El Hallazgo”. Durante 3 semanas, seis personas, (entre ellas yo) fuimos protagonistas de este programa trasmitido en Marzo del 2007.
El propósito de este show, era mostrarnos las técnicas necesarias para documentar la vida salvaje y, en la última semana, cada uno, por separado, teníamos que dirigir, escribir, grabar y editar nuestro propio documental. Todos los días recibimos entrenamiento intensivo en manejo de cámaras, edición, guión y, obviamente, en los animales africanos. Este fue un sueño hecho realidad, toda mi vida he amado a los animales y documentarlos en África, en su hábitat natural, era mi mayor anhelo.
Lyndal Davies, al centro, fue la presentadora de este programa. Solía verla por Animal Planet todos los fines de semana y seis meses después de esta experiencia, regresé a Sudáfrica para trabajar en su productora, Rock Wallaby Productions.
No podría decirles cuál es mi animal favorito, porque cuando me lo han preguntado, comienzan a desfilar en mi cabeza decenas de animales. Comienzo en el bosque con los lobos, luego me sumerjo en el mar con las ballenas jorobadas y las orcas, después camino por la estepa africana con elefantes y leones, para regresar al agua y recordar a los nudibranquios, las mantas y el tiburón martillo. Me es imposible elegir un favorito. Pero, sí puedo compartirles que el animal que cambió mi vida fue el rinoceronte.
Sucedió una mañana. Estábamos en un salón dedicado para las clases teóricas y la edición cuando nos vimos interrumpidos súbitamente por Lyndal Davies, presentadora de Animal Planet, y Andrew Barron, Director de la serie. Ambos entraron corriendo al salón de clases para darnos la noticia de que habían encontrado a cazadores ilegales en la reserva y que no podíamos perder la oportunidad de ir a buscarlos con cámaras en mano.
Este era el salón de clases y de edición. Mi lugar estaba posicionado en el extremo derecho de nuestros “maestros”.
Si he de morir, que esté documentado
Corrí por la cámara. Saqué la cinta que tenía dentro y puse una nueva. Reemplacé la batería, agarré el resto del equipo y salí corriendo del salón de clases. Todos nos subimos a las Land Rover y en ese momento, presioné el botón para grabar. “Si he de morir, que esté documentado”, pensé.
Recorrimos el camino a toda velocidad, mientras Darius Schoultz, nuestro ranger (guarda parques) nos explicaba con detalle los riesgos a los que nos íbamos a enfrentar, la importancia de permanecer juntos y de seguir sus indicaciones. Por la radio se escuchaban voces apresuradas que decían claves en números y nombres en Xhosa o Zulu que yo no entendía.
De pronto, a lo lejos, vimos humo. Los vehículos se detuvieron, no recuerdo si eran 3 ó 4, yo seguía grabando. Lyndal y Andrew bajaron de las Land Rovers y ella, con un tono de urgencia, nos dijo: “chicos, es muy probable que estas personas estén armadas. Si alguien de ustedes no quiere venir, por favor no se sientan obligados, pueden quedarse y no vamos a pensar menos de ustedes”. Mientras Lyndal decía estas palabras, detrás de ella corrían tres hombres armados con uniformes de Equipo Anti-cacería de Shamwari. Se dirigían hacia la densa vegetación sudafricana. Me urgía correr con ellos para enfrentarme a estos cazadores, grabar sus rostros y exponerlos en uno de los canales de televisión más reconocidos.
Grabando rinoceronte blanco en Shamwari Game Reserve, Sudáfrica. Foto: Dave Olsen, 2006.
Todos corrimos. Dos camarógrafos, que eran quienes nos grababan, el ingeniero de audio, Lyndal, Andrew, el equipo anti cacería y nosotros, los participantes del docu reality. Llegamos al punto de donde provenía el humo. Era una fogata recién apagada. Estaban cerca. Sentí una furia inmensa y decidí canalizarla haciendo mi trabajo. Me acerqué a Antony Collett, Director del Equipo Anti-cacería de Shamwari para preguntarle qué estaba sucediendo. Seguimos corriendo en fila en busca de los cazadores. Llegamos a un punto en el que había una especie de acantilado con mucha vegetación. Un camarógrafo siguió corriendo con el equipo de Antony. Andrew y Lyndal nos pedían con la voz baja que no hiciéramos ruido y que nos esperáramos. “¿Puedo ir, Lyndal? ¿Puedo ir con ellos?”, pregunté. “No, definitivamente no”. Sentí frustración de no poder seguir corriendo.
Los cazadores aparecieron. Darius, haciendo una seña con su mano izquierda, nos indicaba que eran dos. Todos nos agachamos. Yo estaba posicionada a espaldas de Andrew. Continué grabando mientras él me decía que esperara. Un disparo. Tres disparos. Darius y el Equipo de Anti-Cacería, desaparecieron entre las acacias. Mi corazón me pedía a gritos que los siguiera. Finalmente, continuamos la persecución. Corrí con la mayor velocidad posible, esta vez ya no corríamos en fila.
Sentía que se me escapaban las vidas de los miles de animales que son cazados por sus cuernos, colmillos, pieles o garras, que se me escapaba la oportunidad de demostrarle al mundo entero la causa por la que tantos rinocerontes han muerto. Pensaba en el mercado negro en Asia que comercializa con los cuernos.
Hoy, en pleno 2022, el cuerno de rinoceronte asiático tiene un precio de $400,000 DÓLARES POR KILO.
El precio del cuerno de rinoceronte africano es de $20,000 DÓLARES POR KILO.
Los cuernos de un rinoceronte blanco macho pueden pesar entre 1.8 y 6.1 kilogramos. El más grande y pesado es el cuerno ubicado cerca de su nariz y el pequeño entre sus ojos. Supongamos que entras a un mercado en Vietnam y ves dos cuernos, uno pequeño que pesa 1 kilogramo, y uno grande, que pesa 4 kilogramos. Si quieres comprar esos 5 kilogramos, el precio que tendrás que pagar es de $100,000 dólares, es decir, aproximadamente $2,000,000 de pesos mexicanos.
Antony Collett, quien en ese entonces era el encargado del equipo anti cacería de Shamwari, me acompañó durante la realización de mi documental sobre el rinoceronte para asegurarse de que tanto los rinocerontes, como yo, estuviéramos a salvo.
El costal blanco
Dos hombres en el suelo con las manos amarradas en la espalda escondían sus rostros mientras los tres hombres que los detuvieron les apuntaban con rifles. Todos nos detuvimos frente a Antony, quien sostenía un costal blanco. “Vamos a ver qué tenían entre manos. Chicos, graben esto”, dijo Lyndal.
Antony todavía no mostraba el contenido de esta bolsa, pero yo ya sentía la dolorosa revelación en mi pecho. Sabía que lo que estábamos a punto de grabar, era el resultado de una vida perdida trágicamente. El dolor en mi pecho era completamente desconocido.”Son cuernos de rinoceronte, chicos”, anunció Lyndal.
La sensación de haber recibido un balde de agua helada en mi cuerpo me paralizó. Perdí toda compostura. Olvidé las recomendaciones de mi madre de no llorar frente a cámaras, de dejar el nombre de México en alto. Sentí, por primera vez en mi vida, a mi corazón romperse en cientos de pedazos.
Sé que seguían hablando, sé que Antony nos explicaba la situación, pero yo solamente quería correr hacia estos dos hombres en el suelo y gritarles con todas mis fuerzas. Llegué a considerar lastimarlos, pero una voz interna me pidió tranquilizarme, sacar mi enojo de otra manera. “¡Ojalá se quemen en el infierno!”, les grité. Hasta la fecha no entiendo por qué les dije eso.
Sentía que me caía. Ya no tenía fuerzas para seguir de pie. Sollozaba. Con mi mano derecha sostenía la cámara, todavía grabando, y con mi mano izquierda me apoyaba en mi rodilla para mantenerme de pie. “Karla, mírame”, escuché decir a Lyndal. “Mírame”, repitió. “Este ha sido un simulacro para ver quién tiene las agallas de documentar algo así y tú, tú ganaste”, confesó. Finalmente, dejé de grabar.
Secuencia completa, aquí:
La realidad
A pesar de que este fue un simulacro, la cacería del rinoceronte es una realidad. Sé que mientras escribo estas líneas, algún rinoceronte en Asia o África está a punto de ser cazado. En Vietnam, creen que el cuerno del rinoceronte, (que por cierto es de keratina, igual que nuestras uñas), es medicinal, algo que no se ha comprobado científicamente.
Mientras tanto, en China utilizan el cuerno del rinoceronte para fabricar “piezas de arte”.
Antony Collett, del Equipo de Anti-Cacería en Shamwari, sostiene un cuerno de rinoceronte blanco mientras lo entrevisto. Foto: Dave Olsen, 2006.
- Actualmente, el último rinoceronte blanco del norte ha muerto. Sudán, el último macho, falleció en Marzo del 2018. Sobreviven dos hembras.
- El rinoceronte blanco del sur está clasificado por la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza (IUCN) como casi amenazado, (NT, Nearly Threatened).
- A pesar de que los números de rinoceronte negro han incrementado, aún se encuentra clasificado por la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza (IUCN) como en estado crítico (CR, Critically endangered).
- Los números de rinoceronte de Sumatra continúan disminuyendo, por lo que está clasificado por la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza (IUCN) como en estado crítico, (CR, Critically endangered).
Más información, en este enlace.
Antony Collett estuvo a cargo de mi cuidado mientras realizaba mi documental sobre el rinoceronte. Foto: Dave Olsen, 2006.
Los cuernos de rinoceronte que cambiaron mi vida
Este simulacro del programa cambió mi vida de muchas maneras. No solamente me abrió los ojos a una realidad, también me enseñó el poder que tenemos para ayudar no solamente al rinoceronte, sino al resto de los animales con quienes compartimos este Planeta. Sobra decir que el documental que realicé para el programa fue sobre el rinoceronte.
En Marzo del 2007, me mudé a Shamwari Game Reserve, y durante tres años llamé a esta reserva natural mi hogar. Hasta la fecha lo sigue siendo. Lyndal Davies, quien ya vivía en la reserva, aceptó tenerme en su equipo de trabajo, pero primero tenía que pasar una prueba de tres meses antes de ser contratada. Afortunadamente pasé la prueba de 3 meses y estuve viviendo el sueño de mi vida durante 3 años.
En Octubre de 2009, realicé una cápsula sobre el rinoceronte blanco en donde además, muestro las diferencias entre este rinoceronte y el negro, ¡y no es el color, como muchos piensan!
El rinoceronte blanco
El futuro
A pesar de que los números de rinoceronte se están recuperando gracias al esfuerzo de organizaciones internacionales, de guarda bosques que arriesgan sus vidas todos los días, (muchos de ellos, ya han sido asesinados), o de parques privados como Shamwari, el mercado negro sigue operando.
Cada especie en el Planeta juega un rol importante. Y aunque esté en México, me importa el rinoceronte. Me importa porque sé que la desaparición de una especie, afecta a otras, incluidos nosotros.
Día Mundial del Rinoceronte
Hoy, 22 de Septiembre de 2022, Día Mundial del Rinoceronte, rindo especial homenaje a esta especie porque le debo la experiencia más enriquecedora de mi vida. Le debo largas horas documentando su comportamiento, largas horas buscando sus huellas en la tierra o celebrando el nacimiento de una nueva cría. Le debo muchas risas cuando me bajaba corriendo de la Land Rover con una bolsa en la mano para agarrar su excremento y usarlo como abono para mis plantas. Le debo que su existencia permita la existencia de todos nosotros.
Karla.